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Paloma Mejía Lechuga

¡L@s quiero “a cántaros”!


Estaba terminando mi doctorado en Xalapa, cerrando un negocio de pizzería y pensando en qué más hacer con mi vida. Me comentaron de una vacante en Cántaro Azul, pronto se abriría el puesto para el Programa Agua Segura en Escuelas para ser dirigido. Envié mis papeles y me llamaron a una entrevista a principios de noviembre del 2017.


Recuerdo muy bien a Kenji, Bárbara, Aracely y Fermín entrevistándome en la oficina de Alcanfores y viéndome con cara de “¿será ella la buena?”.


Me fui, y ya desde que me iba, sentí que iba a regresar, de esas corazonadas que te dan y que no te equivocas.


Me llamó Fermín un 22 de noviembre de 2017 para invitarme a participar en la dirección del Programa Agua Segura en Escuelas y acepté. Empecé a trabajar a distancia ese año y el 2 de enero del 2018 ya estaba acomodando mi vida y la de mi hijo en San Cristóbal de Las Casas.


Recuerdo bien que recién llegué, las miradas, las dudas, incluso los grupos de chats sin mi, eran lo cotidiano; pero a todo se adapta uno y poco a poco fui conociendo al equipo de escuelas y ellos a mí. Fuimos ganándonos la confianza mutua y empezamos a caminar juntos y aprendiendo a hacerlo de la mano. ¡Gracias por eso!


Al mes de haber llegado, me tocó la novatada, primero de que me cayera en el parabrisas una linda orquídea del estacionamiento de la oficina, tal vez “me echaron flores”, pero eso ocasionó la rotura total del parabrisas. También me tocó la “novatada” de viaje, cuando fuimos a Chihuahua y conocí experiencias de vida de niños y niñas tan duras y ásperas como el desierto de aquella zona. Fue muy intenso ese viaje y hasta emociones de persecución de un helicóptero sobre nosotros tuvimos.


Más adelante, me tocó la fortuna de ir a representar al equipo de escuelas y recibir el premio en el Foro Mundial del Agua, en donde hasta canté para que escucharan el emotivo y ensayado discurso que habíamos preparado Fermín y yo.


Me tocó generar una nueva propuesta de 3 años para FGRA con muchas noches de emoción, frustración, lágrimas y risas con mi querida Sophie.


Me ha tocado festejar grandes momentos y logros con el equipo, con Cántaro Azul y todo eso me lo llevo muy guardado y atesorado en mi corazón.


Me tocó hacer dos que tres corajes, ya me conocen. Pero hasta de lo malo se lleva uno lo mejor.


Me tocaron muchas cosas más, pero sobre todo, me tocaron el corazón las escuelas, l@s niñ@s, l@s docentes, las mamás y papás comprometidos con sus hijos y con su salud. Esto es lo que más me llevo conmigo.


Hoy, a 6 años de todas estas vivencias, es momento para mí de partir y decir “hasta pronto”. La vida me ha enseñado a no decir “adiós” porque el mundo gira y gira, y nunca se sabe en dónde estaremos parados los siguientes años o las siguientes vidas.


En este tiempo, he vivido experiencias de todo tipo, he pasado por emociones y sentimientos de todo tipo, he tenido aprendizajes que sólo estando aquí podía adquirir, pero todo eso pasa sólo cuando se viven las cosas con pasión, con entrega y con el compromiso puesto en una misión tan importante como la de Cántaro.


He conocido gente, mucha gente, de todo tipo también, pero me llevo en el corazón a la gente extra-ordinaria, la que sale de lo cotidiano, la que siente que esto es un trabajo sí, remunerado, pero que cree que la remuneración del alma es la más valiosa.

¡Gracias por compartir esta emoción!


Me voy y como algunas personas que se han ido, también me llevo el corazón azul, porque es imposible no pintárselo con toda la riqueza y energía de personas, acciones, objetivos y metas que hemos logrado juntos desde Cántaro Azul.


¡Los quiero “a cántaros”!

¡Gracias para siempre!



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