Bach'en de Poconichim es una comunidad tsotsil en la que llevamos trabajando alrededor de 4 años. Ésta se localiza en el municipio de Chenalhó y en ella viven alrededor de 90 familias. Cuenta con una escuela primaria, llamada Ignacio José de Allende y Unzaga, a la que acuden aproximadamente 60 alumnas y alumnos.
En ésta última hemos instalado un sistema de captación de agua de lluvia, un sistema de desinfección y provisión de agua segura, una estación de lavado de manos y recientemente terminamos nuestra segunda planta de tratamiento de aguas residuales con humedales. La primera de ellas opera en el Parque Natural Encuentro de San Cristóbal de Las Casas, como parte de nuestro laboratorio de aprendizaje y experimentación, Casa del Agua.
La planta de tratamiento de aguas residuales con humedales en Bach’en fue inaugurada este 21 de septiembre, en una pequeña ceremonia que tuvo lugar en la cancha de la escuela y en la que participaron autoridades educativas y de la comunidad, maestros y habitantes de la localidad, quienes dieron la bienvenida al equipo de Cántaro Azul.
Dicha planta es la primera que forma parte de la infraestructura de una escuela y también da servicio a la comunidad, ya que en sus instalaciones se realizan diversas actividades de carácter público, como celebraciones y asambleas. La integran varios componentes: sanitarios de arrastre, alcantarillado simplificado, un tanque sedimentador, un pozo de bombeo, un humedal construido, un pozo de control y un segundo humedal construido para lodos.
Su construcción se llevó a cabo con el apoyo de la asamblea comunitaria, que determinó que cinco personas apoyaran diariamente en los trabajos, rotando dichos lugares entre algunas personas de la comunidad, hasta la conclusión del proyecto.
El reto que sigue es operarlo y mantenerlo, por lo que durante un año, integrantes de Cántaro Azul realizaremos visitas a la planta para monitorear la calidad del agua ya tratada, verificar el buen funcionamiento del sistema y capacitar a algunas personas con la intención de garantizar que sea sostenible a futuro.
Lo anterior, por supuesto, requiere de un compromiso grande por parte de la comunidad de Bach'en de Poconichim, que no nos cabe la menor duda, seguirá apropiándose del proyecto, ya que desde un inicio lo recibió con entusiasmo cuando lo presentamos ante su asamblea comunitaria, alrededor del mes de junio.
Al ser ésta nuestra primera experiencia de una planta de tratamiento de aguas negras con humedales que opera en una escuela y una comunidad, servirá como piloto para obtener aprendizajes, introducir mejoras y replicar la implementación de tecnologías enfocadas al saneamiento en otras escuelas y comunidades rurales.
Cuando hablamos del derecho humano al agua y al saneamiento, generalmente este último suele quedar en segundo término y el primero es la prioridad. Es por eso que desde 2015, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) acordó reconocer el derecho humano al saneamiento como un derecho específico, luego de que en 2010 se reconociera como uno solo, junto al derecho humano al agua.
Aunque ambas necesidades van inevitablemente ligadas, se consideró oportuno distinguirlas para dimensionar que las dos son igual de prioritarias. Garantizar el acceso a servicios adecuados de saneamiento redunda en una mayor disponibilidad de agua segura para todas y todos, ya que hacen que su provisión sea sostenible. Verter aguas residuales al medio ambiente, sin tratamiento previo, contamina los suelos, los cultivos y cuerpos de agua como ríos, lagos y humedales.
Antes de la construcción de su planta de tratamiento de aguas residuales con humedales, la escuela de Bachén de Poconichim vertía los desechos de sus sanitarios en una fosa séptica sin fondo que se filtraba directamente al suelo, con lo que existía el riesgo de contaminar algunos ojos de agua que se encuentran en la parte baja de la comunidad. Mientras que hoy, el agua tratada que sale del pozo de control se utiliza para regar un platanar que se localiza al costado de la escuela.
En Cántaro Azul estamos implementando soluciones tecnológicas en las escuelas y comunidades rurales en las que trabajamos, como los baños secos, los sistemas de tratamiento de aguas grises y las plantas de tratamiento de aguas residuales con humedales; con el objetivo de hacer que tanto el derecho humano al agua, como el derecho humano al saneamiento, sean una realidad en el ámbito rural.