En distintas comunidades de Chiapas, las mujeres y los pueblos indígenas se unen para abordar la problemática del acceso al agua potable y la calidad de este bien en sus localidades. Originarias de algunos de los municipios con mayor desigualdad en el estado, como Sitalá, Chenalhó, Chalchihuitán, Berriozábal, La Trinitaria, son testimonio de que el agua no es, todavía, un derecho humano garantizado para ellas ni sus familias.
Este jueves 28 de noviembre, se lleva a cabo el tercer y último Encuentro por el Agua y el Saneamiento en Chiapas 2023, que lleva por título Liderando propuestas en agua y saneamiento desde las mujeres y los pueblos indígenas, en San Cristóbal de las Casas, donde se reúnen 150 personas para continuar con el análisis, las propuestas y las condiciones propicias que abonen hacia un Plan de Justicia Hídrica para el estado rumbo al 2024.
Ejemplo del batallar de las mujeres para tener acceso al agua es Maribel, una joven tseltal de Guadalupe Shucail, Sitalá. Madre de dos pequeños, ha trabajado desde hace varios años para llevar agua a su hogar y ahora a su comunidad. Primero, acarreando por varios kilómetros el líquido desde el manantial más cercano, que apenas le servía para cubrir algunas de sus necesidades.
Ahora, como tesorera de la Asociación de Patronatos del Municipio de Sitalá (APAMS), contribuye en la gestión comunitaria del agua, para que sus vecinos y familiares consigan, en algún momento, el acceso pleno al líquido.
En Guadalupe Shucail, relata, la falta de acceso al agua afecta especialmente a las niñas y los niños, quienes no tienen ni para llevar a la escuela o para su higiene personal. La situación ha llevado a que muchos de los menores sufran enfermedades estomacales crónicas y dolores de cabeza por la falta de hidratación, comenta.
A pesar de los desafíos, Maribel y otras mujeres participan en las reuniones de los patronatos, buscan soluciones para mejorar la calidad y el acceso al agua en su comunidad. Con el empuje que han logrado en los últimos años, y desde que se creó la APAMS, la colaboración con organizaciones comprometidas ha demostrado que su trabajo sirve para contribuir a la búsqueda de soluciones a esta problemática a través del Plan de Gestión del Agua de Sitalá.
Ella, como algunas otras personas en su comunidad, han logrado conseguir un tanque de almacenamiento de 10 mil litros, que ahora se llena con agua del manantial. Este ha sido un paso crucial, pero queda mucho por hacer, dice. Las mujeres de Sitalá siguen trabajando en la exigencia de agua suficiente y segura para sus familias y comunidades
Y es que Chiapas cuenta con el 40% de los recursos hídricos nacionales y una población de más de cinco millones de personas, siendo la entidad con mayor cantidad de agua disponible por habitante. Paradójicamente, la falta de suministro de agua segura afecta de manera significativa la igualdad de oportunidades, la salud, la educación y el disfrute de un ambiente sano para su población. Entre otras propuestas, las comunidades exigen que haya una política clara contundente en torno a la captación de agua de lluvia.
De los 124 municipios que conforman el estado, apenas 41 cuentan con plantas de tratamiento de aguas residuales en funcionamiento. El agua sin tratar contamina el ambiente, lo que explica por qué el 70% de los ríos en Chiapas se encuentran contaminados.
Mientras que, en algunas de estas comunidades se lleva a cabo proyectos que buscan incentivar el tratamiento de aguas residuales como son los humedales, se requiere un diálogo abierto para el desarrollo de estas propuestas, acorde al contexto.
Es imperativo abordar esta problemática, especialmente considerando que el 13.4% de las viviendas carecen de acceso a agua entubada y que, de aquellas con toma domiciliaria conectada a la red pública, su suministro es inferior al 50%. Además, Chiapas ostenta el menor porcentaje a nivel nacional de agua desinfectada destinada al consumo humano, contando tan solo con 5 plantas potabilizadoras.
Paulina Juárez, habitante de Las Maravillas, Berriozábal, ha sido testigo de la contaminación del agua en la región que habita. Ahora, ella como integrante de la junta de gobierno del Organismo Municipal de Servicios Comunitarios de Agua y Saneamiento (OMSCAS), es una de las mujeres que lidera la lucha contra la contaminación del agua en la que se han encontrado bacterias como la E.coli, situación descubierta a partir de que la organización Cántaro Azul hiciera pruebas de la calidad del agua y quedara en evidencia esta problemática.
A pesar de la resistencia que había en un principio en algunas comunidades de Berriozábal, Paulina destaca la importancia de la concientización sobre la contaminación del agua y la necesidad de trabajar juntos para encontrar soluciones. La participación de las personas es clave, y Paulina ha recibido el respaldo de su comunidad para continuar con esta tarea, aunque reconoce que en otras todavía se enfrentan grandes desafíos para que la participación de la mujer sea reconocida.
Fotografías: Miriam Sánchez