¡Qué odisea! Por un golpe de suerte, necedad y los incentivos adecuados, a finales de 2019 y principios de 2020, conseguimos los datos de calidad de agua en escuelas que tenía el Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa (INIFED). Nos entregaron en un montón de archivos PDF la información de más de 27,000 escuelas, en donde se reflejaba el estado de la calidad de agua de cada plantel educativo. De turbiedad, color, coliformes fecales, nitratos, plomo, fluoruros, arsénico, etc., comencé a aprender. Una cosa era saber que el agua estaba contaminada. Otra, saber en qué proporción fuera de la norma se encontraban ciertos contaminantes. Otra más, saber cuáles eran las afectaciones a la salud relacionadas con el tipo de sustancia. Y otra muy distinta, capturar a mano todos los datos de calidad de agua en un archivo de Excel. ¡Afortunadamente llegaron los refuerzos!
Ojos, manos y corazones de Cántaro Azul se unieron a la labor titánica de capturar y revisar datos de calidad de agua. Pero no estábamos solas/os. Encontramos organizaciones aliadas que con mucho entusiasmo se sumaron también. La Red de Acción por el Agua (FANMEX) y el Inventario Nacional de Calidad del Agua (INCA), fueron los otros dos pilares de lo que se convertiría en la plataforma de calidad de agua en escuelas (https://aguaenescuelas.mx/), así como de la estrategia de difusión de la información.
Es importante aclarar que cuando obtuvimos la información, no estaba claro qué íbamos a hacer con ella, pero sabíamos que era importantísimo que fuera pública y también entendible. Si alguien por la calle te dice que el arsénico de tu agua está en 2.0, te está haciendo una advertencia seria y tu salud está en riesgo. Pero qué pasa si, como yo, no sabes qué es eso, ni que ese 2.0 significa que incumple las normas de calidad de agua en México, así como las normas internacionales. Claro, dejas hablando solo al “loco” que está diciendo eso y no le tomas en cuenta. Por ese motivo, nos pareció muy importante construir la plataforma de calidad de agua en escuelas, hacer un evento de lanzamiento y acompañarle con una serie de paneles con expertas y expertos para que hablaran sobre la importancia de estos datos y las rutas que podrían construirse para encontrar soluciones colaborativas a un problema tan complejo.
La labor de difusión todavía no está acabada. Seguimos pensando en cómo darla a conocer de manera más amplia y contextualizada, cómo transformar ese conocimiento en acciones concretas para beneficio de las comunidades escolares y de los hogares alrededor de la escuela. El haber conseguido estos datos nos llevó a ejercer nuestros derechos a la información y a la transparencia. Aunque no fue fácil lograrlo. El siguiente paso es conectar este derecho para que miles de niñas, niños, adolescentes, madres, padres, docentes, y quien sea, podamos encontrar las rutas adecuadas para gozar plenamente del derecho al agua y saneamiento. Esto fue una gota más para fortalecer el caudal. Navegarlo, seguirá siendo una odisea. Una muy interesante.