Leonilda y Egoberto decidieron regresar a su casa luego de tres años de haber salido de su barrio El Amate, en el municipio de La Trinitaria, el cual dejaron debido a que constantemente padecían de falta de agua. Hace algunos meses en las reuniones del Sistema pozo San Isidro, que surte del vital líquido a su región, los representantes y directivos comentaron que se realizaría una obra para mejorar la red de distribución, la cual se construyó hace 33 años y desde hace 26 no recibía ninguna mejora.
El plan se compartió en diversas reuniones y consistió en generar una línea de conducción alterna que pudiera asegurar que el agua llegara a los barrios de El Amate, 4 esquinas y Guadalupe Yalishao; con la suficiente presión para cubrir la demanda de todos los hogares, no importando que estuvieran en zonas altas.
Egoberto menciona que aunque se tenía visualizado este proyecto desde hace años y se presentaba en reuniones del Comité de Planeación para el Desarrollo Municipal (Copladem) para su consideración, la respuesta que en reiteradas ocasiones recibieron fue que no podía ser considerado, ya que en los barrios se contaba con servicio de agua en las viviendas, aunque en sí mismo fuera deficiente y no cubriera en lo más mínimo las necesidades de las personas.
Llegando el mes de junio y luego de unos meses de realizado el anuncio, la información que circulaba en los barrios era que ya se habían concluido las obras. Muchas personas que se beneficiaron del sistema y aportaron dinero y mano de obra, pudieron ver que efectivamente se construyó la línea alterna, por lo que la expectativa fue creciendo.
Lejos ya quedaron los recuerdos de los habitantes de la comunidad, quienes rememoran que «con pala y pico, yo fui con mi papá, estaba chamaco cuando se hicieron las zanjas para la tubería, nos teníamos que meter un metro y medio a estar cavando», ahora los nuevos recuerdos se construyen a sabiendas que las personas beneficiadas por el sistema se organizaron, se turnaron por día y por barrio para que entre ocho a diez personas dedicaran esfuerzos para cavar las nuevas zanjas. Cada representante de barrio asignó días y horas de trabajo y establecieron sus reglas y sanciones, al final el trabajo se dio con una gran participación de todas las personas, un nuevo recuerdo que en las próximas generaciones se compartirá de boca en boca, celebrando el esfuerzo que ahora las familias hicieron para asegurar el agua.
Algunas personas que habitan en zonas en las que no estaba llegando el agua y que habían dejado de aportar sus cuotas por tal motivo, se fueron acercando poco a poco al director del sistema y a sus representantes, manifestando su interés en solventar su adeudo, regularizándose para poder contar de nuevo con el servicio.
El director del sistema comenta que entre los argumentos que le daban las personas morosas estaba:
«Bueno es que decidimos no seguir pagando, porque por más que pagábamos no recibíamos el servicio y de todos modos teníamos que seguir comprando pipas y garrafones».
Algo similar nos comentó la hija de la señora Leonilda el día en el que la encontramos en su casa, durante un recorrido que se realizó en conjunto con el director del Sistema pozo San Isidro, representantes de los barrios, el comité de seguimiento a la obra y colaboradores de Cántaro Azul, con la intención verificar la acción de infraestructura implementada.
La intención del recorrido fue verificar si el agua contaba con la presión suficiente, si estaba llegando a las casa, si el flujo era acorde a lo esperado (tomando el tiempo que tardaba en llenarse una cubeta de 20 litros) y conocer en general, el impacto de la intervención en las zonas que se planeó beneficiar. La comitiva recorrió los caminos cargando su cubetita, tocando puertas para entrar a las casas con cronómetro en mano, recuperando muestras, testimonios y experiencias.
Al entrar en la última casa de El Amate, la que está en la parte alta, lo primero que se percibió fue una gran fuga en la manguera que surte a la vivienda: «Sí ya la voy a reparar, la verdad es que nunca había llegado el agua así, ni sabía que había fuga», comentó el señor un poco apenado.
Diego, el técnico de Cántaro Azul, aprovechó la circunstancia para tomar de allí la medida, mientras la autoridad local comenzó a platicar para ponernos en contexto:
«Es que ellos saben que se les multa si es que tiran el agua así, por eso el señor está preocupado, pero es cierto, aquí hace años que no llegaba el agua, creo que nunca había llegado así, de hecho por eso es que esta casa estaba abandonada, sólo tienen aquí sus cosas guardadas, ellos compraron un terreno en La Estación, porque aquí no les estaba llegando el agua, luego de un tiempo decidieron irse a vivir para allá, pues era más caro estar comprando pipas».
Al adentrarnos un poco más en la casa nos encontramos con la hija y el nieto del señor, quienes estaban lavando la pileta y nos comentaron:
«Hace como un año que no se ocupaba la pileta, está muy sucia y ahora que hay agua vamos a lavarla para que se guarde limpia. [...] Sí, esta casa es de mis papás, bueno es que mi mamá ya se quiso regresar porque aquí está más tranquilo y además andan diciendo que ya llegó el agua, que estuvieron haciendo reparaciones para que ahora sí tengamos. [...] Además el agua que nos llega allá [en La Estación] está más sucia, aquí está limpiecita. [...] Bueno y es que aquí tenemos nuestras cosas, va a estar mejor con el agua».
Fueron en total 10 años de adeudo por parte de esta familia, en el acuerdo final para lograr el restablecimiento del servicio se definió de la siguiente manera: lo que el señor Egoberto pagaría sería la reincorporación, y como no les llegaba el agua no se les cobraron los consumos anteriores, sólo se les pidió que se pusieran al corriente de algunas contribuciones. Con éste se concertó uno de los cuatro acuerdos iniciales que se han registrado desde que se terminó la obra. Nos comentaron que hay una lista de espera de otras tantas personas que están solicitando su conexión al sistema, hay más de diez que ya quieren reincorporarse.
En el camino de regreso las sonrisas eran evidentes en todas las personas de la comitiva. Una buena experiencia en su conjunto, ya que se pudieron recuperar no sólo las mediciones, sino también las palabras de las personas que día a día construyeron diversos mecanismos para abastecerse de agua.
Todo indica que con esta acción conjunta, ha llegado el momento de que puedan tener la seguridad de que el agua les llegara en los días que les toca a sus barrios y no como antes, que según nos platicó el director, los días de abasto se veían las cubetas y otros recipientes de distintas formas alineados a la orilla de la calle, esperando a que comenzara a llegar el agua para poder llenar sus depósitos a mano. En ocasiones no alcanzaban a llenarlos, debido a la presión baja, sin embargo ahora una sensación de optimismo nos permitió pensar que en adelante las cosas serán diferentes.
«¡Gracias por el acompañamiento!» concluyó el director, quien regresó a su casa con una gran sonrisa impresa en su cara, «¡Lo logramos!».
17 de junio de 2022.