Muchas veces, cuando hablamos con alguna persona que no conoce el programa Agua Segura en Escuelas y empezamos a hablar de “el cántaro”, la persona que nos escucha tal vez no alcanza a dimensionar todo el significado que integra esta simple palabra y a la vez profundo concepto para nosotros: “los cántaros”.
Entonces, empezamos a explicar: «aaah mira… el cántaro es un recipiente de plástico que está graduado para la motivación del consumo de agua, que tiene una impresión hermosa a colores y un nubecita en donde l@s niñ@s pueden escribir su nombre para personalizarlo y hacerlo suyo, así no los confunden con otros… ¡porque este objeto es personal! … y fíjate que su tapa está diseñada para facilitar el llenado de agua, porque es de rosca y además no tiene popote para que no se acumulen bacterias y hongos y el tamaño es muy adecuado para la boquita de l@s niñ@s. Además, es de 750 mililitros porque diversos estudios mencionan que el consumo mínimo diario de un infante de nivel primaria debe ser entre 1 y 1.5 litros, por lo tanto, si toman al menos un cántaro completo de agua en el tiempo que están en la escuela, ya habrán tomado al menos la mitad del agua requerida diariamente».
En ese momento, seguro la persona que nos escucha nos dirá: «aaah…¡es un vaso!». Nuestra reacción inmediata es de asombro y al mismo tiempo de incomprensión porque la persona no tiene interiorizado el significado profundo de lo que es «un cántaro», justo, porque esa persona «no es un cántaro».
Y esto, sólo hablando entre personas, pero si el cántaro hablara, contaría historias como las siguientes:
Tomás: «Un día, me entregaron a un niño de la escuela de Chilil, todavía me acuerdo que su primera reacción fue de tanta emoción que sus ojos grandes me miraron fijamente durante un rato largo, tanto que casi me sonrojo por su intensidad. Luego empezó a jugar conmigo, a abrirme y cerrarme con velocidad, me olió, leyó todo lo que tengo escrito y no dejaba de darme vueltas entre sus manitas medio sudorosas de la emoción que tenía.
»Un rato más tarde, buscó un plumón que llevaba en su mochila, era de un color rojo intenso. Entonces, emocionado me agarró con firmeza presiónandome sobre su estómago y empezó a escribir su nombre: "To..más". ¡Vaya! Qué alegría sentí al saber que yo ya tenía quién cuidaría por mí y que su nombre era Tomás.
»Mientras los chicos entusiastas vestidos de azul seguían dando indicaciones sobre cómo lavarme y cuidarme, Tomás seguía observándome orgulloso de tenerme. ¡Me sentí tan querido!
»Minutos más tarde, se fue a formar a la fila de la estación de consumo de agua; tocó su turno, me llenó a tope con agua segura y me llevó con él durante todo el día mientras bebía y bebía el agua con gran emoción. Cuando estábamos en el patio durante el recreo, me tenía en su mano, corría, caminaba y siempre me volteaba a ver para corroborar cuánta agua había bebido ya. Estaba tan emocionado, que ¡por poquito me mete al baño con el!, pero se acordó que debo mantenerme limpio y prefirió dejarme un ratito sobre el lavamanos, entró a hacer pipí preocupado por dejarme solito ahí, pero en menos tiempo del que pensé, ya estaba de regreso viéndome emocionado mientras lo esperaba, se lavó las manos y me volvió a llevar con el, al patio.
»¡Qué gran compañía será la de Tomás!, estoy seguro que seguiremos compartiendo historias durante mucho mucho tiempo».
Karlita: «Yo tengo el nombre de "Karlita". Ella me cuida mucho y me trata muy bien, me lava diariamente, me llena de agua y se la toma todita durante las horas de escuela. Pero hoy, la veo muy triste, creo que es porque su hermanita está muy enferma y en su casa no tienen tanta agua disponible para darle de tomar.
»Ya casi dando el timbre para la hora de salida y con sólo un poquito de agua que me quedaba, noté que Karlita tuvo una gran idea porque me miró con unos ojos que le quitaron la tristeza que había tenido todo el día.
»Entonces, me tomó con rapidez, se bebió toda el agua que quedaba y fue corriendo a la estación de consumo a volverme a llenar. Yo estaba confundido, ya se iba a casa y nunca me llevaba con ella, pero en esta ocasión, me guardó en su mochila y la acompañé de regreso a casa.
»Al llegar, me sacó de su mochila muy emocionada y le dijo a su mamá: "¡mami mami!, traje agua segura para mi hermanita, así se pondrá mucho mejor muy pronto".
»Vi cómo los ojos de su mamá se enternecieron tanto, que la abrazó con fuerza diciéndole "kolaval" , que según lo que he aprendido, significa "gracias".
La mamá fue a ver su hija enferma, me inclinó hacia ella y la nena, comenzó a beber… »
Estas y otras nuevas historias continuarán… gracias al trabajo que hacemos diariamente en las escuelas con todo el entusiasmo y pasión que nos caracteriza.
¡Gracias al equipo de Agua Segura en Escuelas por hacerlas posibles!