Hace un par de meses en un evento sobre los servicios de agua, higiene, y saneamiento en las escuelas, realizado en el sureste mexicano, una persona que trabaja en la Dirección de Riesgos Sanitarios del Estado de Chiapas, nos comentó que en una comunidad internada en la selva hubo muchos casos de personas que presentaban diarrea. Comenta este trabajador que miembros de la dirección fueron a la comunidad y estando ahí presenciaron que una de las personas que fungía como médico le decía a una mujer que, a causa de la diarrea, su hijo de un par de años estaba muy mal, muy enfermo y que para salvarlo tenía que ir al hospital.
El médico de la comunidad también le dijo a esta mujer que considerara los costos de ir al hospital de la ciudad, que considerara los costos de hacer 4 horas de camino de terracería más otros dos de camino por carretera, el costo de la gasolina, del pasaje, los medicamentos, los días que había que estar en la ciudad para no dejar al niño sólo en el hospital. El médico también le dijo que considerara que tenía otros hijos que tenían necesidades, y también le dijo que considerara el costo de una caja de cuatro tablas para enterrar a su pequeño. El médico sentenció que la decisión era de ella. Esta encrucijada se derivó por una diarrea causada por la calidad del agua.
Cuenta la persona de la Dirección de Riesgos Sanitarios que después de unos momentos la mujer decidió recostar al niño y esperar a que la muerte se lo llevará, decidió comprar una pequeña caja de unos 400 o 500 pesos, hechos por la gente de la comunidad, al no contar con recursos para internar a su bebé en un hospital.
Ese niño, así como mueren decenas de niños en México, murió por una enfermedad curable y por una situación que se debió prever.
Las personas, que muchas veces pasan solamente a ser parte de las estadísticas, tienen nombre, sentimientos, e historia. Aunque no sé cómo se llama el niño de la historia, su vida vale, y porque vale es un deber trabajar para que su historia no se reproduzca más, para que las personas que empiezan una vida tengan garantizados sus derechos, para que los niños en este país ya no se mueran a causa de la diarrea, para que la mala calidad del agua no estropee su desarrollo.
Si es que en estos días andan desanimados o cabizbajos, recuerden que están trabajando en un tema que busca mejorar la salud de las personas, que busca garantizar un derecho, que busca preservar la vida. Recuerden que su trabajo tiene un valor, y que seguramente en su caminar han ayudado a que la historia que les comparto no se cuente en las comunidades en las que trabajan, en las escuelas a las que van, con los niños y niñas con las que interactúan.